2º parte
En el trascurso del viaje vimos a chicos más pequeños que nosotros, con la mirada perdida en una de las paredes del camión, otros con los ojos llorosos.
Cuando el camión cesó, nos bajamos en un sitio en cual había muchos chicos con gran variedad de edades, estuvimos recorriendo un largo camino hasta llegar a un hombre que nos esperaba con gran inquietud.
Él era de mediana estatura, de pelo canoso, ancha espalda y cara de no tener muchos amigos.
El soldado que nos llevaba nos dejó atrás y este fue a hablar con dicho hombre, el cual lo dejo lo dejo en evidencia diciéndole:
-¡Que estuvieron haciendo por el camino, llegan 5 minutos tarde que estaban dándose cariño todo los soldados ¿o qué? ¡Largo de aquí me dais asco!
Sin más dilación el soldado se fue a buscarnos, nosotros teníamos pánico a ese hombre, porque si trataba así a sus soldados imaginamos como nos podría tratar a nosotros.
Cuando llegamos al frente de ese hombre que se llamaba, Sargento primero Jara el cual nos dedicó una charla algo forzada pero con una fuerte intención de hacernos creer lo que semanas más tarde iba a suceder. Una frase que se me quedo tatuada en mi mente fue la de:
- Moriremos, se ajunto el al grupo y nuestra sangre bañara el sitio por donde más tarde caminaran nuestros compatriotas.
Luego nos dieron un pan duro, que apenas podíamos morder y un vaso de agua. Más tarde nos instalarían en nuestras respectivas habitaciones donde había más de 20 camas si apenas sitio para moverse.
No teníamos siquiera muda ya que, nos habían sacado a la fuerza si tiempo a nada. Y ahí estábamos todos en una habitación en la cual el oxígeno no abundaba.
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